RELATO DE PERRALEFA

Me llamo perralefa. Con minúsculas.

El nombre que yo usara antes ya no tiene importancia porque renací el día que conocí a Domina Lucía y fue ella la que eligió perralefa para mí.

Mi historia puede ser similar a la de miles de seguidores que adoran y admiran a Domina Lucía.

Antes de conocerla, me pasaba las horas navegando por internet buscando imágenes y videos de dominación femenina. Mujeres espectaculares, llenas de erotismo, castigando y abusando de hombres que se dejaban someter por la superioridad de esas mujeres.

Mis fantasías siempre giraban alrededor de esas escenas.

También miraba los anuncios de las secciones de contactos de páginas relacionadas con lo mismo y aunque había muchas propuestas que resultaban tentadoras, siempre había algo que las hacía imposibles. O la distancia o las exigencias de servidumbre física o simplemente parecían falsas (en algunos de los contactos, las fotos estaban sacadas de esas mismas páginas que yo frecuentaba).

Hasta que por casualidad, por suerte, llegué a un enlace que contenía un video de Domina Lucía.

En él, ella jugaba con sus pies, primero en sus zapatos y luego en un plato de comida, mientras aparecía un texto sobreimpreso que parecía hecho para mí. Como si me estuviera hablando expresamente a mí y a nadie más.

Empezaba describiendo lo perfecta que es para recordarme que yo sólo merecía ver sus pies. Luego me mostraba mi realidad: en lugar de ver escenas de sexo normal, yo estaba ahí, delante de sus pies, porque sólo así me excitaba. Me ordenó sacármela y empezar a «meneármela como un puto mono».

Después de ponerme a cien, me hizo parar de golpe porque yo no merecía ese placer. Mi destino tenía que ser otro: coger mi cartera y tributarle.

Ese día y con ese video, caí bajo la influencia de Dómina Lucía.

A partir de ese momento ya no pude dejar de entrar en su página para conocer más de esa Diosa que lograba dominarme con sus pies y sus palabras.

Hizo falta algo más de tiempo antes de que me ateviera a hacerle el primer tributo.

Al principio me daba miedo no saber lo que pasaría después de enviarle una tarjeta regalo de Amazón.

Durante semanas, entraba en su lista de regalos, personalizaba una tarjeta con una foto de sus pies, rellenaba la cantidad que podía entregarle en aquellos momentos y lo dejaba así, en la pantalla, sin atreverme a darle a enviar. Y se me pasaba hasta que me tenía que ir y me decía a mí mismo «la próxima vez la envío».

Hasta que ese día llegó.

Respiré hondo, noté como se me nublaba la mente por el subidón de adrenalina y pulsé enviar.

Al rato, me entró un mensaje de Ella en el correo.

Ese día, mi vida cambió.

Mis fantasías habían encontrado a la Diosa que las convertiría en realidad, el Ama que me controlaría desde entonces.

A ese tributo, ese mismo día, le siguieron otros dos gracias a su habilidad para hacer que yo mismo lo deseara.

Desde entonces soy feliz sintiéndome un poco más cerca de sus pies. Tratando de ser lo suficientemente sumiso para merecer su atención. Entregándole mis ahorros para que sea ella la que los disfrute y viva rodeada de comodidades a la vez que yo aumento mis privaciones.

Paso el día revisando mi correo por si Ella ha querido pedirme algo. O por si algo de lo que he hecho es lo bastante bueno para que Ella me quiera recompensar.

El camino desde ese primer tributo, hace ya dos años, ha sido muy fácil y muy sencillo gracias a Ella.

Ha sabido dirigirme hacia donde Ella ha querido que avance. A veces con peticiones expresas y otras haciendo que sus órdenes parecieran deseos surgidos de mi cabeza.

Es imposible no rendirse a su superioridad. Destaca en todo sobre el resto de las mujeres y logra dominar a cualquier hombre con la naturalidad que le corresponde a una Diosa que conoce su enorme poder de seducción y sabe usarlo con tanta inteligencia.

A cada uno le da lo que sabe que lo debilita más. Su trato es el que corresponde a una Dueña con su perro, al que cuida a la vez que educa. Sabe mostrarse cercana y distante, caliente, seductora o seca y fría, caprichosa y exigente…

Nunca la he visto tener que forzar a nada. No le hace falta.

Ella te hace saber lo que quiere de ti y al instante tú deseas hacerlo por Ella.

Lo que para los demás serían humillaciones, insultos y actos degradantes, Ella logra que yo los disfrute como el trato lógico que me corresponde.

Desde el primer momento decidí que tenía que hacer méritos para que me aceptara entre sus perros.

Aunque tengo trabajo, la crisis también me ha afectado como a todos y mis ingresos se vieron bastante mermados.

Aún así, empecé a buscar formas de reducir gastos míos para poder ofrecer todos los meses un tributo a Dómina Lucía.

También pensaba en cosas que ayudaran a acelerar mi transformación en un perro para Ella, en como rebajar mi autoestima, en humillarme interiormente para facilitar el camino a recorrer hasta sus pies.

Durante un tiempo llegué a cenar, de forma habitual, comida para perros. Una especie de salchicha grande hecha con despojos de animales. 1 kg por menos de 2 €.

Cada día cortaba un taco de unos seis centímetros de largo por otros tantos de ancho, lo ponía en un plato en el suelo y me arrodillaba para comerlo sin usar las manos. Lo peor era cuando me encontraba astillas de huesos. O de pezuñas. O de lo que fueran.

Mis hábitos fueron cambiando de manera constante. Al principio me planteaba cada gasto que iba a hacer para ver si era realmente necesario y si ya no podía posponerlo, buscaba la opción menos cara.

Empecé a salir menos. Y ahora, las cada vez menos veces que lo hago, voy a sitios más baratos y alargo mis consumiciones para que cuando me preguntan si quiero algo más poder decir que todavía me queda.

Estiro la vida de mi ropa el triple de lo que a la gente que me conoce le parece razonable y cuando ya no me queda otra opción, la compro en supermercados buscando el menor precio.

Y cuando me llegaba algún dinero extra, lo primero que se me viene a la cabeza es que servirá para incrementar el siguiente tributo.

Todos los sacrificios diarios han logrado varias cosas. La más importante es que desde aquella primera tarjeta regalo, ni un sólo mes he dejado de tributar a Dómina Lucía, pagas extras y regalos de cumpleaños y San Valentín incluidos.

Y además, los tributos son mayores con el paso del tiempo.

La segunda es que la idea de que mi dinero debe ser para Ella se ha colado profundamente en mi cerebro. Los tributos forman parte de mi vida, de mis gastos fijos. Es el primero que me viene a la cabeza al organizar el dinero del mes.  Y espero que sea así para siempre.

Cada mes voy a un cajero, saco el dienero que he estado ahorrando para Ella y me dirijo al suyo para ingresarlo en su cuenta.

Cuando miro mi saldo veo como mes tras mes sigue igual.  Desde que la conocí, hace dos años no he ahorrado nada. Pero me excita saber todo lo que ya le llevo entregado.

En estos dos años ya le he tributado miles de euros para contribuir a hacer su vida más fácil. Convencido de que el mejor destino de mi esfuerzo es que ella viva rodeada de lujo y comodidades, sin preocupaciones.

Da igual si un mes me llegan facturas extras o una avería o un recibo que no esperaba. Ha habido meses en que realmente he estado sin un duro. Haciendo equilibrios entre el día de cobro y la compra a crédito.

Incluso en esos meses, nunca he dejado de tributar a Dómina Lucía y por supuesto jamás me he arrepentido.

Al contrario. Cada mes busco la forma de volver a reunir más dinero para ella.

Ella se ríe de mí. Se divierte viendo lo débil que soy frente a Ella.

Y yo le cuento las cosas y los problemas que tengo para hacerla reír más.

A veces voy a tributar a media noche, en días fríos o con lluvia, porque mientras corro por la calle hasta el cajero la imagino a Ella cómodamente en su sofá, viendo la tele mientras le llega el aviso de que le han vuelto a ingresar dinero.

Y nunca espero nada a cambio.

Esa es la esencia de la sumisión financiera a la que me tiene sometido: todo lo que hago es sólo por y para Ella, para su bienestar. Porque Ella lo merece simplemente por ser Ella misma. Esa es mi motivación.

Disfruto sabiendo que renuncio a cubrir mis necesidades, no para cubrir las suyas, sino para que a ella le sobre. Que yo no tenga lo básico para que ella pueda tener lujos y caprichos.

Dómina Lucía es única. A su belleza hay que añadirle su inteligencia y habilidad para descubrir la mejor forma de manipular a cada sumiso. Conmigo desde luego lo ha conseguido.

Cada vez estoy más atrapado en su red.  Y soy feliz dándome cuenta.

Ella lo sabe y no deja pasar una ocasión para recordármelo..

Se ha creado un cículo beneficioso por el que cada vez me siento más inferior, más patético. Ante ella pero también ante mí mismo.

Esa sensación de inferioridad hace que busque refugio a sus pies, único sitio en el que mi condición de perro me hace importante. Así que trato de hacer méritos humillándome más para que ella me deje seguir a sus pies.

Lo que me lleva otra vez al inicio, mientras más inferior me siento, más busco acercarme a Dómina Lucía. Y para acercarme a Dómina Lucía, intento sentirme más inferior.

Soy perralefa y adoro a Dómina Lucía.

5 comentarios en “RELATO DE PERRALEFA

  1. Qué consejos nos puedes dar a los que estamos indecisos porque nos hace falta el dinero, pero, al mismo tiempo estamos deseando vivir de rodillas ante la mejor dómina financiera de España. Llevo dos años intentando sacudirme los temores y después de leer tu relato mis deseos han aumentado muchísimo. Además, me ha dicho que de entrar en su Reino mi nombre sería penis short y aunque te parezca una bobería hasta ese nombre me hace ilusión. Por favor, danos un consejo a los que estamos a las puertas pero seguimos con una estúpida duda. Muchas gracias, perralefa.

  2. Yo sólo soy una mierda a la que Dómina Lucía ha permitido acercarse a la suela de sus zapatos.
    No merezco ningún elogio porque todo el mérito es de ella.
    El único consejo que puedo dar, desde mi humilde experiencia, es el comenzar a tributar a Dómina Lucía cuanto antes. No hay cantidad pequeña. Cada uno con lo que pueda. Una vez que empiezas, vosotros mismos veréis el camino que a cada uno le corresponde. Ella os lo hará saber.
    Que nadie tenga miedo porque le parezca poco. Si puedes empezar, aunque sea con lo mínimo que te puedas permitir, eso será el inicio de una vida de satisfacción a los pies de Dómina Lucia.
    Yo la adoro.

  3. Somos muchos los que estamos detrás del culo de dominalucia, merece más perros como nosotros para que su vida sea mucho mejor

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